Robots, industria y ciencia ficción

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Robots, industria y ciencia-ficción


Esto es un blog de literatura y ciencia ficción, así que, ¿por qué meternos en economía, sociología y mercados?

Cuando alguien decide escribir según qué géneros, elige su propia maldición. El que escribe novela negra está condenado a estrujarse la sesera para tratar de ser más ingenioso que sus lectores, el que histórica a horas y horas de investigación para cada una de sus obras, y los que escribimos ciencia ficción tenemos que tratar de saltarnos la ciencia con su permiso o, en el caso de la ciencia ficción especulativa, estar siempre bajo la espada de Damocles de cagarla con nuestras previsiones de futuro.

Una de historia: El movimiento ludita

A principios del s. XIX el telar se llevaba usando ya desde tiempos inmemoriales, de uno u otro modo. Pero en la revolución industrial la aparición del telar mecánico jugó un papel muy importante. Y claro, no miles de puestos de trabajo que ya no eran necesarios. Aquí es cuando entran en escena los luditas, un grupo de artesanos que, viendo peligrar su negocio llevaron a cabo algunas acciones vandálicas rompiendo unos pocos telares y armando bastante jaleo.

Desde entonces se ha utilizado el término ludita (muchas veces de forma peyorativa) para denominar a aquellos que reniegan de la tecnología en todo o en parte, o que son reacios a los cambios o condenan ciertas consecuencias de avances tecnológicos.

En la actualidad

Más allá de que algún terrorista haya aprovechado el neoludismo como excusa para enviar paquetes bomba y demás barbaridades, existe una suma de movimientos e iniciativas aisladas con suficientes elementos en común como para considerarlas grupalmente.

La mayoría de ellas aboga por la vida tranquila, la huida del estrés, de las ciudades y, en parte, de la tecnología. Movimientos como la Small houses society (aquí el movimiento en habla hispana), Ciudades lentas, o Comida lenta.

Eso respecto a los movimientos, pero estos movimientos hoy en día, ¿a qué se anteponen exactamente?

Quizá ya conozcas Amazon Go, el proyecto que hace ya tiempo anunció el gigante de ventas en internet mediante el cual se pretendía que hacer la compra fuera para los usuarios una experiencia sin colas, sin esperas, y… ¿sin empleados? Algunos comenzaron a alzar voces en contra, y las sombra del ludismo planeó por los foros, pero el crecimiento de Amazon es tan grande que su automatización masiva no redunda en una menor contratación, al menos frente a otros dos grandes del sector, como podemos ver a continuación:

Así que dejemos a nuestros amigos los reaccionarios del telar luditas a un lado, para rescatarlos en alguna historia si queremos, y veamos cómo se está introduciendo la robótica en la industria actual. Amazon de nuevo:

Y esto no es ciencia ficción… ejemplos como estos los vemos a diario en las empresas más innovadoras y que más se esfuerzan por mantener el ritmo de ventas y producción de los mercados*. Por ejemplo, Adidas se ha hecho con un robot capaz de fabricar 800.000 camisetas al día. Podéis imaginaros lo que esto significa para los costes y tiempos de producción.

En el ámbito doméstico cada hora se venden 17 Thermomix en España, por poner un ejemplo. Y eso es un robot. Una máquina, más o menos compleja, que realiza tareas pesadas, tediosas, o de una forma más efectiva que un ser humano. Y así es como tenemos robots que nos hacen la comida, robots que nos barren la casa, limpian los fondos de nuestras piscinas o siegan nuestros jardines.

Si te dedicas a escribir ciencia ficción especulativa…

…habrás de tener todo esto en cuenta. Esto y mucho más, porque no querrás que tu obra quede obsoleta pronto, o quizá no quieras que quede obsoleta ni pronto ni tarde. Si vas a incluir un almacén mira por dónde van las tendencias tecnológicas al respecto, si vas a incluir vehículos, lo mismo. Y cafeteras, televisores… El jinete de la onda de Shock de John Brunner dice, en uno de sus primeros capítulos:

(…) le había hecho un regalo vergonzosamente caro: un monitor que se podía programar con los gustos del usuario y seleccionaba automáticamente un canal que emitiese un contenido acorde.

John Brunner. El jinete de la onda de Shock

Lo que viene a hacer la televisión por cable de Vodafone en la actualidad. Solo que además no hay que programarla, detecta qué ves y se adelanta grabándote lo que te va a gustar. Evidentemente, en 1975 algo así era pura ciencia ficción, pero hoy en día leerlo te hace esbozar una sonrisa compasiva, de esas de «ohhhhhh, qué mono».

Será imposible que aciertes en todo, pero también Julio Verne se quedó tan tranquilo enviando a Michel Ardan y sus compañeros a la luna en una bala de cañón, y eso no le resta mérito a las otras invenciones y acontecimientos que imaginó y que sí llegaron a darse.

* Vale, si nos queremos poner dramáticos también tenemos ejemplos de investigaciones en el campo militar más propias de una película de James Cameron.

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