Reseña: Snow Crash

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Reseña Snow Crash en español

Autor: Neal Stephenson
Páginas: 688
Editorial: Gigamesh
Año de publicación: 1992 (edición actual 2022)
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Si me sueles leer sabrás que soy un puto enajenado gran aficionado del cyberpunk (aquí una pequeña muestra) y, como tal, hay obras que hay que leer sí o sí. ¿Para posteriormente cagarte en sus muertos? Puede ser, pero no adelantemos acontecimientos. Snow Crash es una novela cyberpunk (no voy a decir que «Stephenson inventó las palabras metaverso y avatar» porque estoy hasta el gorro de oírlo, y seguro que tú también) que, años después de que «Neuromante» sentara las bases, hace hincapié en el mundo virtual y le da la vuelta de tuerca que el subgénero necesitaba para ser lo que es a día de hoy.

No hay que negarle que, a ese nivel, tiene el mérito que le corresponde y merece ser reseñada cuando echamos la vista atrás para ver de dónde venimos y cuáles son las influencias cuando hablamos de cyberpunk. Ahora, otra cosa muy distinta es meterse la novela entre pecho y espalda. Vamos al lío:

Ambientación

⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️

Aquí es donde Stephenson da lo mejor. El mundo futuro de Snow Crash es un EEUU fragmentado al servicio de la empresa privada, donde estas utilizan a la población como meros clientes y son dueños y señores de sus territorios. Un poco como ahora, pero sin Elon Musk.

La principal aportación de la obra es la creación de un «mundo virtual» como universo paralelo al nuestro, donde los avatares de la gente caminan por «la calle» y los complementos, armas, objetos y todo tipo de posesiones de los usuarios son únicamente programas codificados.

En el «mundo real» se le va un poco más la olla hace aportaciones más diferentes. Los territorios de un EEUU desmembrado pertenecen a mafias o a compañías de todo tipo (el protagonista comienza la novela siendo repartidor de una empresa que combina estas dos cosas: una pizzería de la mafia) y los aportes tecnológicos son creativos: pistolas de gel inmovilizador, ruedas de fibras que se amoldan a la carretera, armas superavanzadas que requieren un refrigerador bajo el agua… Bien, mola.

Luego está el tema religioso (que trataremos más adelante por otras razones) al que, al igual que en otras obras como «Akira» o «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?«, se le da un peso especialmente relevante. Lo cierto es que no sé qué preocupación tenía la norteamérica de segunda mitad del s.XX con que la religión fuera a dominar masas en el futuro, pero está claro que no ha sido así. No es obstáculo alguno, sino un elemento más de la ambientación SALVO POR. Y ahora os espero en la sección «Narrativa y estilo», ya veréis.

Historia

⭐️

Pues aquí no hay nada nuevo bajo el sol, la verdad. La historia es un «corre, corre, que te pillo» que para nada justifica las seiscientas y pico páginas que tiene. Un McGuffin a modo de «droga informática» capaz de freír a un usuario en el mundo real por medio de un intrercambio en la red. Pero es lo de menos. Podría haber sido una bomba atómica o la contraseña de correo de Samantha Fox, porque habría dado igual.

Personajes

⭐️

¿Conocéis la anécdota de que Guybrush Threepwood, el protagonista de la saga Monkey Island se llama así porque, cuando tenían el diseño del personaje pero no el nombre, el archivo se llamaba guy.brush y así se quedó pasiempre? Pues algo así debió de ocurrir en este caso, o eso o un «no hay huevos» respecto al nombre del protagonista. «Héroe Protagonista». ¿En serio, Neal? O es una genialidad que mi mente terrenal no alcanza a ver o eres un vago como la copa de un pino. Vale, no, es «Hiro», no «hero», pero que se apelida «Protagonist» es así tal cual (insertar aquí gif de «olé tus huevos»). Hiro es un hacker con tooooodos los clichés de los hackers en los 90: que si es el mejor hacker, que si es japonés, que si lleva dos katanas, que si también es buenísimo con las katanas… En fin, una pereza de hombre.

La compañera de Hiro en sus andanzas, T.A. (por lo visto en inglés se llama Y.T. que viene de «yours truly», traducidocomo «tuya, atentamente») es un compendio de todo lo que no hay que hacer al crear un personaje: es una chica de 15 años con un comportamiento totalmente alejado de alguien de esa edad, con una hipersexualización que cruza varias líneas rojas y un sinsentido de objetivo como personaje. Mención aparte merece su «relación de amor» sacada de la manga, sin venir a cuento y totalmente forzada pero que, bueno, se da ya al final de la obra, y a esa altura ya has desarrollado unas tragaderas que podrías comerte la paella del anuncio de Fairy de una sentada, así que ya te da un poco lo mismo.

¿El resto? Comparsa. Pura comparsa. Algunos tienen alguna mención más que otros, pero entre que no tienen personalidad y que carecen de motivaciones pues van pasando por delante de ti sin pena ni gloria. El secuaz de «los malos», quizá, quiera tener un poco más de alcance, pero es más un acto de fuegos artificiales y «presencia estética» que otra cosa. Es el concepto de «el sentido sobre la esencia» del cyberpunk llevado al extremo.

Narrativa y estilo

⭐️⭐️

¿Os acordáis que os dije «nos vemos en la sección «narrativa y estilo»? Pues bien, dudaba si poner esto en la sección «historia» o aquí porque es algo que tiene que ver (muy tangencialmente) con la historia, pero creo que es una cuestión de estilo. En concreto de pasar con estilo de tus lectores y escribir lo que te de la realísima gana, aunque sea un coñazo.

Cuando os documentáis para una cosa, ¿no da muchísima rabia invertir un montón de tiempo en buscar cosas para luego utilizar solo una pequeñísima parte? ¿A que sí? Para escribir ocurre lo mismo. Puedes tener que leer un libro entero sobre la cultura vikinga solo para no cagarla cuando cuentes qué come Olaf o si se tapa por las noches con una manta de conejo o una de piel de ñu. Da rabia, sí, pero es lo que hay que hacer.

Saaaaaaaaalvo que seas Neal Stephenson y pienses «si yo me he tenido que leer treinta libros de cristianismo antiguo e historia sumeria para este libro, vosotros os lo vais a comer también». Y eso es exactamente lo que hizo. Páginas y páginas, amontonadas en varios capítulos, en las que el autor «se la saca» con su conocimiento sobre este tema y que, aunque tiene que ver de refilón con la trama, al lector no podría darle más igual.

De verdad, que el libro ya era largo, no hacía falta engordarlo artificialmente con cosas innecesarias. Pues no, por lo visto a Stephenson sí que le hacía falta.

¿Quitando eso? Pues se deja leer. Para que haya pasado yo el «valle de la muerte de la sobreinformación religiosa» muy mal no debe estar. Vamos, es por cómo está escrito el resto que le pongo la segunda estrella, si no se quedaba solo con una.

Conclusión

⭐️⭐️⭐️

Si lo hubiera leído con 15 años, cuando yo era un flipado del juego de rol Cyberpunk 2020 y tenía una edad en que los protagonistas supermolones te supermolaban, pues igual me habría encantado. Pero ya he pasado los 40, hace años que no tengo un pelo de tonto (ni de tonto ni de nada, vamos) y a libros así se les ven más los problemas que los méritos, que no se los niego, los tendría, en su día.

Si te gusta mucho, mucho el cyberpunk puedes darle una leída. Tiene cosas originales y echas el rato. Un rato largo, además.

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